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jueves, 3 de mayo de 2012

Lucha

Quedaba un ayer, quizá perdido en una palabra, en un adiós que resbala y se repite incesantemente: "¿quién fui yo?". Las cuerdas de este teatro de papel siguen siendo las mismas pero, quizá, se tiendan hilos cuando el sonido de la soledad, para muchos hallado en el ruido, forma parte de la luz de un nuevo día o de la noche estrellada escondida entre sueños de besos y caricias.

Eran las canciones de amor, quizá desamor, las que me hacían pensar en ti, en ÉL y, ahora ni si quiera sé quién soy yo. Dejé de sangrar tinta para perderme en tu cielo, dejé de llorar para ahogarme en el flujo de la realidad y frecuenté las zonas amargas de la noche para tener algo que contar.

No recuero qué es estar viva si no rozo la muerte, no siento si no estoy a un segundo de ti.

Reescribo la vida que yo misma inventé y busco, sin suerte; y hallo, sin creerlo, lo que nunca pensé obtener.
Cuando todo va tan bien que ni siquiera tú mismo lo crees y esperas en la impaciencia del desastre la tormenta más lejana, a la que llamas por su nombre: dura, cruel, triste y puta suerte.
No más adornos, no más dulzura, no más lágrimas, nadie frágil.

Lucha.

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