Entre tu luz, la suerte de haber vencido a la muerte.
Instantes propios de la irrealidad azotan mi mirada a la vez que contemplo tu sonrisa, que siento cómo tu piel se acomoda en la mía. Bastó que la realidad regresara conforme las horas dieron paso a un nuevo día para despertar pero, la distancia límite entre tu cuerpo y el mío se mantuvo intacta.
Las palabras, formaron parte de un círculo sin sentido. Mostré mis sentimientos, abrí mi corazón, fui quien de verdad soy. Sólo contigo.
El infierno me espera. En él no hay dudas, sólo un extremo sentimiento de culpa que te devuelve la conciencia y te administra dosis de realismo hasta hacerte enloquecer. Lamentablemente, la locura es una de mis cualidades, quizá rival de la cordura tantas veces empleada y olvidada.
Ahora, el fuego sólo es un recuerdo más.
No me importa que mi reloj enloquezca cuando consigo atraparte, puesto que mi tiempo es insignificante cuando me hallo en esta fría y blanca morada, impersonal.
Nunca me habían hecho el amor, nunca había sido tan pura. Nunca había sido "la otra".
sábado, 5 de mayo de 2012
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2 comentarios:
Muy pasional y emotivo. Escribes muy bien, me ha gustado. Y creo haber desvelado ya la identidad de la princesa... Un abrazote.
Gracias por tus comentarios.
Quizá sea una princesa que nunca quiso ser.
Un abrazo
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