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viernes, 27 de julio de 2012

11.05.2012

Su piel, recuerdos de un pecado quizá inexistente o demasiado presente en mi mente. Las dudas, alfileres oxidados que atraviesan a la razón, a la cordura. Mi corazón, puro a su lado. Mi sonrisa, real entre sus brazos. Pero hoy fue otro día: la luz se manchó de oscuridad. La música, dejó de sonar y los sentimientos se tornaron ineludibles. Su recuerdo, es pasado.

Se marchó, me dejó la inspiración con raudos instantes de locura. La mísera existencia de un color, de una estancia lúgubre y a la vez condecorada. No era una cueva, era un refugio. No es una perspectiva, es la forma que tiene el tiempo de mostrarnos una de las caras de la justicia. Siento su dolor y el mío. Mientras, sueño con que todo regrese al caos inicial, ese momento de confusión en el que la cruda realidad todavía no nos había golpeado. No quiero soledad.

Busco una calma que transporte mis pensamientos a la inexistencia de mal karma. Recorro el camino de la crueldad como protagonista del débil cuento del poder, querer y hacer. Mis pensamientos me torturan y mi vida crea opciones opuestas no alternativas.

Ella: sus abrazos, el sentirle lejos y cerca, su mirada, sus palabras, sus sentimientos. Ella también escribía, buscaba sobrevivir entre tanta mierda y consiguió luchar contra el desamor hasta que le venció la muerte. Nos dejó vacío, vacío y tristeza. Recuerdos.

Espero el desastre, lo siento llegar, ni siquiera avisa pero éste es su olor, éstos son los escalofríos que provoca. Frío, brisa...

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