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viernes, 1 de junio de 2012

27

Me quemaré en mi infierno una vez más a la vez que traslado las sensaciones al ámbito del tan raído sufrimiento.

Aporto una lágrima a este mar de tempestad y consigo recordar dónde quedó la playa y aquella orilla donde mi toalla espera secar lo que nadie quiso probar.

Escribí sobre la nada, sobre desamor, sobre miradas falsas, sobre tristeza y soledad... Y ahora, ¿qué? ¿cuál es mi temática?

La inspiración no marchó, jamás estuvo ahí. La vida no inspira, machaca.

Recuerdo ese rifle, cómo el gatillo era golpeado y la explosión de sangre recorriendo un cuerpo que iba perdiendo la conciencia como su mente se evaporaba. Jamás lo he vivido, pero supongo que sé lo que es sentirse fuera de lugar, pese a que el mundo propio aparente ser perfecto.

Él soportó las miradas, él supo ser crítico con la sociedad. No fue crucificado, él mismo se entrego a la muerte.

La temática: las raíces de aquello que uno escribe, lo que se oculta tras ese momento en el que tu corazón decide abrirse a un extraño: uno mismo.

No queda nada de lo que fue. El momento del fin se acercó y aterrorizó a aquellos que se encontraban admirando el instante que comprendieron como inicio.

Mucho y nada.

Regresé a la guarida de la soledad y, desde aquí, el mundo es tan pequeño que me resulta insignificante. Un instante, uno, sólo uno más para romper la cuerda que me une con la realidad.

Manchar de tinta invisible espacios interactivos que no soportan tanta irrealidad.

¿Y si mañana despierto y el sueño en realidad era una triste premonición? ¿Y si se puede evitar caer?

Me pellizco, presiono "Esc" y no funciona.

La realidad, esto es lo real, esto es vivir.

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